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Mamá trabajadora: el miedo a ser reemplazada

Una vez me encontré con una amiga del colegio que recién estaba iniciando a convivir con su pareja, y me dijo algunas frases que, aunque sé que no hizo con mala intención, me sacudieron.

Mamá trabajadora: el miedo a ser reemplazada

Una vez me encontré con una amiga del colegio que recién estaba iniciando a convivir con su pareja, y me dijo algunas frases que, aunque sé que no hizo con mala intención, me sacudieron.

Ella es odontóloga y se especializó en ortodoncia, es realmente buena, y se le nota la pasión y amor con el que trata a sus pacientes. Cuando le pregunté qué había sido de su vida me contó que después de un par de años había logrado sacar adelante su consultorio, finalmente había logrado consolidarse, y afortunadamente le estaba yendo muy bien.

También me contó que, a pesar de que su convivencia iba muy bien, era frustrante ver que los años pasaban y su pareja no lograba realizar su especialización, razón por la cual habían decidido que si no pasaba este año, se irían del país para que él lograra especializarse, ya que aquí era muy difícil.

Fue aquí cuando le pregunté qué pasaría con su carrera, a lo que ella respondió: “Debo sacrificarme por él. Si él logra especializarse va a ganar mucho más que yo y vamos a poder seguir adelante, yo quiero ser mamá, y para ser mamá necesito dejar de trabajar. Yo no quiero que me los críe una niñera como te toca a ti”. 

Sacrificar algunos sueños por ser mamá ¿Es algo cultural?

Aquí se me prendieron todas las alarmas y me empezó el escozor. No sé si ella se dio cuenta, pero obviamente me incomodé y me molesté, pero después pensé: “No vale la pena refutarle, es cultural”. Sin embargo, horas después recapitulé, me arrepentí de no haberle explicado esto, me di cuenta de que por tomar silencio e ignorar las cosas es que perpetuamos esta cultura en donde la figura de la mamá es aquella de “mujer sacrificada”.

Cómo lo he mencionado antes todas las maternidades son diferentes, y lo último que debemos hacer es juzgarnos entre nosotras, porque lo que le funciona a una mamá, puede que no le funciona a la otra. Y lo que definitivamente no podemos hacer es considerar menos mamá a la que no pudo realizar lactancia materna, la que decidió seguir con su carrera, o la que decidió dedicarse al hogar. Lo que deberíamos hacer es buscar la forma de apoyarnos entre nosotras y generar nuestras propias tribus.

Si eres mamá y tienes la sensación de que eres una “mujer sacrificada” mi invitación es a reflexionar sobre cómo estás llevando las cosas, ya que tus motivaciones y convicciones nunca se deberían sentir como un sacrificio.

También vale la pena reevaluar la falsa creencia de que si trabajas no puedes ser mamá o que si eres mamá no puedes estudiar ¡Estas cosas no son excluyentes! 

El miedo de una mamá trabajadora a ser reemplazada

Uno de los más grandes miedos al decidir continuar con mi carrera profesional fue el miedo a no estar presente para mis hijos cuando necesitaran los besos mágicos de mamá, cuando se enfermaran o tuvieran sus primeros pasos y palabras. La verdad esto no fue para nada fácil, pero algo que me funcionó fue entender que lo que mis hijos necesitaban era una “mamá feliz” y no una “mamá sacrificada”.

Una vez acepté esto lo siguiente más difícil fue encontrar una persona en la que confiara de tal manera que sería capaz de encargarle el cuidado parcial de mis hijos, mientras estuviese trabajando. Esta era nuestra única opción ya que mi mamá vivía en Bucaramanga, mi suegra no tenía tanta disponibilidad de tiempo y nosotros necesitábamos a alguien que nos brindara, de alguna manera, estabilidad y tranquilidad. Por ejemplo, si alguno tenía que salir tarde del trabajo o nuestro bebé se enfermaba esa persona pudiera estar presente y lo tratara como si fuera su propio hijo.

Pero por sobre todo los miedos el más grande era que en algún momento mis hijos le empezaran a decir mamá a esta persona, o que cuando yo llegara de trabajar no me recibieran con los brazos abiertos, sino que, por el contrario, iban a llorar cuando ella se fuera a casa ¿Cómo pedirle que cuidara a nuestros hijos como si fueran propios y no hacer que mis hijos la quieran a ella como su mamá?

Trabajo y maternidad: Working mom 

¿Fue cuestión de suerte?

Con nuestro primer hijo logramos conseguir a una persona que era conocida de la familia de muchos años atrás. Ella era una mujer muy cariñosa y amable, pero nosotros, como buenos papás primíparos, mandamos a poner cámaras en todos lados para cerciorarnos que nada le fuera a pasar a nuestro hijo. Con el tiempo ella se fue ganando nuestra confianza y cariño hasta que llegó un punto en el que prácticamente olvidábamos que teníamos cámaras.

Los miedos de los primeros meses fueron estar segura de que lo iba a cuidar y tratar con amor, como si fuera su hijo. A medida que pasó el tiempo este miedo se disipó, y empecé a tener miedo de que mi hijo prefiriera estar con ella que conmigo.

Aquí empecé a entender que era más que lógico que mi hijo se encariñara con Jazmín, todo esto era síntoma de que ella era muy buena con él. Así como lo era con las abuelas, tías y demás personas que le brindaban su cariño.

Y ese gran miedo que tuve de ser reemplazada nunca se materializó. Nunca me sentí desplazada.

Segundo hijo: Otra vez la misma situación y los miedos regresan

Por cosas personales Jazmín nos tuvo que dejar justo al mes de nacida de mi segunda hija, y esto fue caótico para mí.

Con nuestra segunda hija recién nacida tuvimos que reiniciar la búsqueda de esta persona para que nos pudiera ayudar y por cosas de la vida llegó a nuestra puerta Carmencita. Les confieso que no pensé que existiera en el mundo otra persona en la que pudiera confiar así, y nuevamente volvió el pánico a que mis hijos la prefirieran a ella sobre mí, pero me equivoqué.

Carmencita no sólo llegó a ayudarnos con nuestros hijos, sino que también llegó a robarse nuestros corazones. Ella con su amor y dulzura se ganó rápidamente el amor de mis hijos y llegó a convertirse en parte de nuestra familia. 

Hay que tener claro que ¡No es una competencia!

Para mí todo esto me dio grandes lecciones. Primero me di cuenta de que pedir ayuda no me hacía menos mamá, y que, incluso, nos ayudó a lograr ese balance familiar y personal para poder seguir cumpliendo mis sueños como mujer.

También entendí que yo siempre iba a ser su mamá, y que para mis hijos eso es irremplazable. Yo era la que los dormía, la que siempre estaba en todos los momentos importantes: jardín, médico, al despertar, e incluso en las pataletas.

Esto no se trata de una competencia, se trata de buscar lo que sea necesario para encontrar ese balance. En mi caso me ayudaron estos ángeles que se me cruzaron en el camino, pero para muchos pueden ser sus mamás, tías, o amigas. Atesórenlas y agradezcamos a estas personas que han sido un gran apoyo para nosotras como mamás. Y recuerden, las mamás nunca vamos a ser reemplazadas y pedir ayuda no quiere decir que nos están criando a nuestros hijos.

La importancia de la red de apoyo siendo mamá soltera 

Carolina Pérez

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